Ya tengo más perros en casa... ¿Cómo integramos al nuevo miembro de la familia?


Cuando nos decidimos a añadir un nuevo miembro a nuestra manada nos estamos exponiendo también al problema de que el nuevo miembro no se acabe llevando bien con el miembro anterior o viceversa. Por lo tanto, es muy importante saber cómo incorporar a ese nuevo miembro a nuestra casa.


El primer error que el propietario del nuevo cachorro suele cometer es meter al cachorro directamente en casa sin que éste y el perro actual del propietario se hayan conocido previamente. Lo correcto, para estos casos, es que ambas mascotas se conozcan en un sitio neutro fuera de la casa en la que van a convivir, por ejemplo, en un parque, en el mismo criadero o el centro de adopción del que vayamos a rescatar al cachorro.

De no hacerlo así, podemos provocar que el perro familiar se sienta invadido por el nuevo miembro. Puede sentir que el nuevo perro le está desplazando de su lugar dentro del hogar y eso puede hacer que, de primeras, la relación no empiece bien.

A partir de ahí, cuando el perro nuevo llegue, el trato tiene que ser igual para todas las mascotas que tienen que convivir juntas. No hay que darle ni más mimos al perro antiguo porque, pobrecito, puede sentir que lo han desplazado, ni al perro nuevo porque, oh pobrecito, es un cachorro indefenso.

Del mismo modo, ambos tienen que tener sus propias cosas: el comedero y bebedero, su propio espacio, sus propios juguetes. Solo así evitaremos que haya algún tipo de celos.

Al mismo tiempo, tampoco es recomendable tener en casa perros del mismo sexo: entre las hembras suele haber mucha rivalidad y, entre los machos, suele suceder lo mismo. Si es posible, lo ideal es tener macho y hembra mezclados. Pero, en caso de que no podamos o queramos, se pueden incorporar también ejemplares del mismo sexo siguiendo las anteriores indicaciones. Aunque, sí que es verdad que, ante el menor síntoma de que haya una rivalidad o cualquier tipo de problema de jerarquía, lo ideal es castrar a la mascota para evitar este tipo de problemas y de enfrentamientos, o bien, contactar con un educador canino que establezca unas bases de comportamiento para los animales. En caso de inclinarnos por castrar a la mascota, debemos tener claro que la castración no soluciona el problema, sino que lo evita.


También es normal que, al principio, el perro de la familia, el más antiguo, se sienta un poco raro, que tenga un comportamiento extraño: que le veamos más decaído, más pendiente de nosotros… De aparecer esos comportamientos extraños, lo que no debemos es sobreproteger a la antigua mascota ni podemos, tampoco, estar todo el día preocupados por él porque, sino, el mensaje que le estamos dando al animal es: me estoy preocupando más de ti, tú eres más importante, y eso va a hacer que ese animal acabe desarrollando una conducta dominante o agresiva sobre la nueva mascota.

Por lo tanto, no hay que sobrevalorar ni sobreproteger a ninguno de los perros. Que se lleven bien, al final, es una cuestión de días. En cuanto el antiguo perro comprenda que el nuevo cachorro no se va a ir, acabará aceptándolo. No tenemos que intentar forzar una relación. Hay perros que conviven en la misma casa y que se ignora mutuamente, que no van a jugar juntos en la vida, ni han jugado en la vida y no pasa absolutamente nada mientras convivan bien.

En definitiva, debemos dejar que, entre ellos, establezcan sus propias rutinas, sus propios modos de juego y de relacionarse, y no intentar forzar absolutamente nada. Todo lo que hagamos nosotros puede ser totalmente contraproducente así que, lo mejor, es tratarlos a los dos por igual, dejar que entre ellos se relacionen cuándo y cómo se tengan que relacionar y no permitir tampoco ningún tipo de conducta dominante de uno sobre el otro. En caso de que esa situación se produzca, debemos separarlos de inmediato y mostrar que el que tiene que determinar qué lugar tiene cada uno en esa en esa familia somos nosotros. Que somos nosotros, al final, los que tenemos el control. Que ellos no tienen que dominarse uno al otro porque los que “dominamos” somos nosotros.

Solo siguiendo estas pautas podremos llegar a establecer unas pautas de comportamiento que nos permita llevar a cabo una convivencia feliz con todas nuestras mascotas.

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